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El Estado, las estadísticas y las dudas
Rofilia Ramírez, del INEI, señala las principales características de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) y de la Encuesta Nacional de Salud (Endes), incluyendo su diseño muestral, los temas investigados y las variables que pueden ser utilizadas para analizar identidad y discriminación.
Título | El Estado, las estadísticas y las dudas |
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ISBN | 978-9972-57-202-9 |
Texto del libro La discriminación en el Perú: Balance y desafíos
(Texto preparado sobre la base de la exposición de la Dra. Rofelia Ramírez, del INEI, y comentarios de los participantes (UP, 24 de julio de 2010), y con el apoyo posterior de Ricardo Montero)
La mayoría de autores en este libro señalan las limitaciones del Estado peruano para identificar y comprender la diversidad étnica y racial de su población. Sin embargo, también reconocen que el Estado hoy recoge una enorme cantidad de información cuantitativa, a través del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) y otras entidades, que no está debidamente aprovechada por los investigadores sociales. En esta sección, resumimos la presentación de una representante del INEI en el taller del 2010, quien señala las principales características de dos encuestas con una variedad de información social que nos ayuda a aproximarnos a los peruanos del siglo XXI: la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) y la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes).
Estas dos fuentes sirven de insumos para la medición de la pobreza y el bienestar social de los peruanos, y para el diseño y la evaluación de las políticas sociales. Ambas clasifican a los peruanos con base en su edad, sexo, lugar de origen y residencia, así como también su nivel educativo, ingreso familiar, lengua nativa y lengua utilizada en el hogar. Para identificar la lengua, ofrecen cinco posibilidades: castellano, quechua, aimara, otra lengua aborigen e idioma extranjero. Estas opciones permiten analizar parte de la población indígena, pero no permiten visibilizar a la población afrodescendiente o de origen asiático.
La Enaho tiene como objetivos generar indicadores mensuales para conocer la evolución de la pobreza y las condiciones de vida de los hogares. Además de preguntar por la lengua nativa y la lengua del hogar, que son indicadores considerados más objetivos para la ubicar a la población indígena, desde el 2002 la Enaho también tiene un módulo titulado “Gobernabilidad, democracia y transparencia”, en el cual se pregunta al jefe de hogar o a su cónyuge sobre su propia autopercepción étnica. La pregunta se plantea así:
“Por sus antepasados y de acuerdo a sus costumbres, ¿Ud. se considera de origen…?”, con las siguientes opciones: (1) quechua, (2) aimara, (3) de la Amazonía, (4) negro / zambo / mulato, (5) blanco, (6) mestizo, (7) otro. Cabe mencionar que esta pregunta de autorreporte étnico tiene una tasa de respuesta relativamente baja, entre el 60% y 80% de los encuestados responden (Castro y Yamada 2012)2. La mitad o más de los que responden se autoidentifican como “mestizo”.
Cuando comparamos los dos variables, lengua materna y autopercepción, encontramos un grupo significativo de personas con lengua nativa castellano quienes se autoperciben como quechuas o aimaras (14%), y un grupo menor de peruanos cuya lengua materna es quechua o aimara pero se autoperciben como mestizos (7%). Para las personas de lengua materna quechua o aimara, además, su autopercepción parece modificarse a través del proceso educativo; mientras mayor es el nivel educativo formal, mayor es la tendencia de las personas con lengua materna indígena a considerarse mestizos; de 5,9% de aquellos con solo educación primaria, a 17,4% de quienes tienen educación superior (Castro y Yamada 2012).
Los resultados de la Enaho están disponibles para el uso de todos los ciudadanos, para las entidades públicas y privadas interesadas, así como para los investigadores académicos y organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, son poco utilizadas por miembros de las organizaciones que defienden los derechos de los grupos sociales y étnicos históricamente excluidos, tanto por razones técnicas (la dificultad de interpretarlos y procesarlos) como por las ausencias mencionadas de minorías significativas.
Aun con las limitaciones mencionadas, la Enaho es una herramienta importante para analizar diferencias y cambios en nuestra población, debido a su rigor y continuidad en el tiempo. La encuesta se realiza anualmente desde 1995, y en forma continua desde mayo del 2003, generando indicadores mensuales a nivel nacional en el área urbana y rural y en los 24 departamentos del país. El diseño muestral de la Enaho 2009 se basa en un total de 22.640 viviendas particulares, y en el 2011 la encuesta abarcó 26.456 viviendas.
La encuesta incluye preguntas sobre las características de la vivienda, variables demográficas de los residentes del hogar, los gastos y el equipamiento del hogar, el acceso de las familias a diversos programas sociales ofrecidos por el Estado, y la participación ciudadana en general. También pregunta sobre educación, salud, empleo, ingresos y gastos fuera del hogar, tenencia de tierra y títulos de propiedad, producción agropecuaria y negocios que sean de propiedad de los integrantes del hogar.
¿Cómo puede servir la Enaho para analizar exclusión y, posiblemente, discriminación? Primero, tiene variables como el “acceso a la identidad”, que indica cuantas mujeres, hombres y niños poseen una partida de nacimiento o un documento nacional de identidad (DNI), entre la población de habla castellana y lenguas nativas, residentes rurales y urbanos, y en los 24 departamentos. Según la Enaho del 2010, por ejemplo, 6,75% de los adultos con lengua nativa no tiene DNI, documento necesario para hacer respetar una serie de otros derechos ciudadanos, y para acceder a diversos programas de apoyo social.
La Enaho también contiene data sobre los ingresos de los peruanos y las peruanas, lo cual permite ver la persistencia de desigualdades entre hombres y mujeres con igual nivel educativo, así como también entre peruanos de diversas lenguas nativas e identidades étnicas.
Como veremos en los siguientes capítulos de este libro, la Enaho también contiene data sobre acceso a la educación y tasas de asistencia y atraso escolar, para niños y niñas de lenguas nativas y no nativas, así como también tasas de analfabetismo y del promedio de años de estudios de mujeres y hombres según lengua e identidad. Aunque en el 2011 el entonces presidente Alan García pronunció al Perú un “país libre de analfabetismo”, la más reciente data de la Enaho indica que el 9,97% de la población y el 38,85% de las mujeres de lenguas indígenas aún son analfabetas. Cabe aclarar que se evalúa el analfabetismo a partir de los 15 años, y que solo se comprueba si la persona sabe leer, no escribir.
Otros datos disponibles en la Enaho demuestran la participación de las personas en diferentes tipos de organización social y política, lo cual nos permite estimar cuántas personas de lengua nativa participan en forma asociativa, así como también confirmar la escasa participación en partidos políticos. Asimismo, la Enaho nos permite ver cuán pocas personas de minorías étnicas participan como representantes de sus pueblos en cargos de decisión en el Estado. En cuanto al género, también nos permite observar un salto en el porcentaje de mujeres en el Congreso desde la implementación de la llamada Ley de Cuotas Electorales por género en 1997, la cual obliga a los partidos a incluir un porcentaje mínimo de mujeres en sus listas de candidatos (u hombres, en el caso hipotético de un partido de mayoría femenina). Las mujeres parlamentarias llegaron a ser 29,2% del total en el período 2006-2011, aunque esta cifra ha disminuido nuevamente a 21,5% para el período 2011-2016.
En cuanto a la Endes, su finalidad es de proveer información actualizada sobre la dinámica demográfica y el estado de salud de los peruanos, y en particular las madres y mujeres en edad fértil y los niños menores de cinco años. Las preguntas asociadas a etnicidad en esta encuesta se limitan a lengua nativa, lengua utilizada en la niñez y lengua utilizada habitualmente en el hogar. Esta encuesta permite generar indicadores relevantes para evaluar programas estratégicos del gobierno en población y salud familiar, y para llamar la atención sobre problemas de salud de algunos sectores de la población en particular. Por ello, es especialmente lamentable que no evalúe la situación particular de los afrodescendientes y otros grupos minoritarios cuya lengua materna es el castellano.
En el caso de la Endes, desde 1986 se han realizado cuatro encuestas quinquenales, y desde el 2003, cinco operativos de periodicidad anual conocidos como Endes Continua, para atender la mayor necesidad de información para el monitoreo y la evaluación de los programas sociales y de salud. La Endes Continua tiene una muestra anual de 283 conglomerados. Para el período 2009-2011, la Endes tiene como muestra maestra 2.264 conglomerados para un horizonte de tres años, a razón de una muestra anual de 1.132 conglomerados, incluyendo una muestra panel de 566 conglomerados. Esto representó un total de 24.213 mujeres en edad fértil en el 2009, distribuidas en 27.709 hogares.
Al igual que la Enaho, la Endes abarca viviendas en zonas urbanas y rurales, de los 24 departamentos del país más Lima y Callao. El cuestionario indaga sobre características básicas del hogar y de sus integrantes, incluyendo nivel y asistencia escolar, situación de salud de los integrantes del hogar, y medidas específicas para los niños menores de 5 años, las mujeres en edad fértil, y las personas mayores de 50 años. Asimismo, pregunta sobre los servicios básicos en el hogar (agua, desagüe, luz y combustible), las características de las viviendas, y temas sensibles como la nupcialidad, la trayectoria reproductiva y la violencia familiar. Así, la información recogida en la Endes permite comparar la salud y el bienestar social de los peruanos por diversas variables, incluyendo edad, sexo, lugar de residencia y nivel educativo.
En resumen, para el Estado peruano, la lengua hablada o aprendida en la niñez sigue siendo la principal variable utilizada para diferenciar a los grupos étnicos, lo cual se orienta a buscar una mayor objetividad e identificar a la población indígena más tradicional, la que tiende a ser más excluida económica y socialmente. Pero esto por sí solo no ayuda a identificar a los peruanos que tienen raíces y tradiciones indígenas pero que han migrado o dejado de utilizar o transmitir la lengua nativa, fenómenos importantes en las últimas generaciones. Asimismo, no visibiliza a las importantes minorías étnicas o raciales de habla castellana, incluyendo a los afrodescendienteses, que pueden requerir políticas distintas de parte del Estado, por ejemplo en educación o salud. No obstante lo anterior, el INEI genera una gran cantidad de información pertinente para analizar diferencias sociales, y diversos autores en este libro la utilizan para ello. Asimismo, el INEI ha sido permeable a las sugerencias de la comunidad académica y también a las exigencias de movimientos sociales importantes. Por lo tanto, las limitaciones en la data recopilada también reflejan la falta de consenso político y de capacidad de acción colectiva en la misma sociedad. Voceros del INEI comentan, por ejemplo, que las organizaciones defensoras de los derechos de las minorías étnicas no se han movilizado mucho, hasta ahora, para plantear mejoras de la calidad y cantidad de data producida por el Estado. Posiblemente, esta situación cambie con el nuevo gobierno inaugurado en el 2011, y con el proceso de preparación para el próximo censo poblacional.
2 En este mismo volumen.