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03, abril, 2015

Discriminación impide el desarrollo profesional de los afroperuanos en Lima

(El Comercio)._ La población afroperuana enfrenta barreras estructurales que dificultan su desarrollo social y económico.

El Comercio (03 de abril, 2015)._ «Me levanto en las mañanas, pienso en las estadísticas y digo: ‘Gracias, Dios, he tenido una suerte de la patada'», dice un joven comunicador, poco mayor de 30 años, y afroperuano.

Las estadísticas a las que este joven se refiere nos muestran que las probabilidades de que un afroperuano vaya a la universidad, se gradúe y se desarrolle profesionalmente son muy bajas. Solo el l,9% de la población afroperuana cuenta con educación superior universitaria, a diferencia del promedio nacional que es 8,6%, según el investigador Néstor Valdivia.

Y,a pesar del crecimiento económico sostenido del Perú en la última década, los afroperuanos son el único grupo étnico que no ha mejorado su condición económica. El 7% se considera «no pobre»; el 39%, «pobre»; el 49% «más o menos pobre»; y el 5% «muy pobre», según una encuesta de Ipsos del 2013.

Realidad palpable

Dos recientes estudios del Centro de Investigación de la Universidad del Pacifico (CIUP) van más allá de las estadísticas y, mediante testimonios de reclutadores de empresas grandes, testimonios de profesionales afroperuanos y métodos experimentales, dan fe de acciones discriminatorias y dificultades que impiden el desarrollo profesional de un afrodescendiente en la Lima actual.

Mediante testimonios recogidos por Liuba Kogan en el libro «Profesionales afroperuan@s en Lima: un drama anunciado«, se ha identificado sistemas de privilegio y discriminación étnico-racial en la sociedad peruana, percibidos claramente por afroperuanos, quienes desarrollan estrategias complejas para moverse en este complejo contexto académico y laboral.

Por ello, muchos jóvenes prefieren ingresar al mercado de trabajo en oficios u ocupaciones no profesionales porque intuyen que los retornos económicos al esfuerzo desplegado no serán interesantes, o porque la escuela y las familias no creen en las capacidades académicas de los afroperuanos.

La población afroperuana enfrenta barreras estructurales que dificultan su desarrollo social y económico. Según Kogan, están las barreras educativas, es decir, las limitaciones en el acceso a educación de calidad, la discriminación en las aulas y la invisibilidad en el currículo escolar: «A los ojos de Dios todos somos iguales… pero te maltrataban como no sé qué. Tú no eres igual que yo, todos somos distintos. Lamentablemente, el proceso histórico hizo que esa valoración sea distinta, para algunos negativa, cosa que no nos gusta porque hasta ahora nos afecta», refiere una socióloga entrevistada.

Están también las barreras culturales: «Eran los sesenta -cuenta otra socióloga entrevistada-, se hablaba de solidaridad, igualdad, pero en las fiestas querían que bailara festejo y yo no quería porque sentía que me sexualizaban. Era gente de izquierda, pero sentía que me tenían como la mascota: ¡Qué lindo, en el grupo hay una negra!».

Más pruebas

En otro estudio del CIUP, «Cuesta arriba para los afroperuanos: Evidencia del acceso al mercado laboral de Lima», los investigadores Francisco Galarza, Gustavo Yamada y Carlos J. Zelada hacen un esfuerzo para cuantificar la discriminación étnico-racial hacia los afroperuanos que intentan ingresar al mercado laboral de Lima Metropolitana.

En dicho trabajo seleccionaron 958 vacantes de empleo, para las cuales se enviaron 3.828 curriculum vítae (CV) ficticios para postular a trabajos profesionales, técnicos y no calificados. Se enviaron cuatro CV para cada vacante seleccionada, todos con un nivel similar de capital humano, pero dos de estos CV teman apellidos de origen blanco como Murdoch, Guibovich o Anderson, y los otros dos apellidos de origen afro como Ballumbrosio, Zambrano o Uribe. Y, mediante combinaciones aleatorias, algunos CV llevaban foto.

Efectivamente, dicho estudio mostró que los afroperuanos que logran superar las dificultades educativas y obtienen un título profesional universitario pueden enfrentar un escollo adicional significativo al tratar de acceder al mercado laboral, ya que recibían 38% menos de llamadas que los peruanos de origen blanco para los trabajos profesionales, a pesar de poseer similar capital humano.

Según muestra el estudio, el amplio marco jurídico de protección contra las prácticas discriminatorias raciales que hoy existe tampoco ha modificado, significativamente, el panorama de desigualdad en las oportunidades.

Los reclutadores de recursos humanos y los ‘headhunters’ entrevistados en el libro de Kogan son conscientes de que los afroperuanos siguen sufriendo exclusión estructural. Sin embargo, el término ‘discriminación racial’ les parece muy fuerte y utilizan un repertorio de justificaciones para asegurar que no se da de esa manera. Asocian, más bien, la raza con el roce social y así se evitan la posición de ser quien toma decisiones discriminatorias.

La realidad nos muestra que afrontar la problemática de los profesionales afroperuanos requiere del esfuerzo especial de diversos actores. Y es aquí donde las sinergias entre la economía, el derecho y la sociología pueden ser parte de las claves necesarias para que los niños y jóvenes afroperuanos con deseos de seguir estudios universitarios no vean truncadas sus posibilidades de crecimiento profesional en los años venideros.

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