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Tipos de Racismo
(El Comercio)._ Las diferentes formas de agresión basadas en criterios raciales tienden a ser muy diversas según épocas y lugares. Es frecuente, incluso, que modos de relacionarnos con los otros o de representarlos se consideren políticamente correctos en unas épocas, pero sean percibidos como inadmisibles en otras.
Lima, «Rincón del autor», (El Comercio)._ Las formas de agresión basadas en criterios raciales tienden a ser muy diversas según épocas y lugares. Es frecuente, incluso, que modos de relacionarnos con los otros o de representarlos se consideren políticamente correctos en unas épocas, pero sean percibidos como inadmisibles en otras.
Por ejemplo, muchos cortometrajes de Disney de la década de 1930 a la de 1950 con altos temas racistas no pudieron reciclarse décadas después para ser adaptados a la televisión, porque sus contenidos resultaban realmente chocantes: las minorías raciales aparecían denigradas de modo hoy inaceptable. Los ejemplos son múltiples.
Sin embargo, lo curioso es que, a pesar de los avances legales en torno a la prohibición de manifestaciones racistas y de los cambios en el sentido común de las personas, el racismo aparece de maneras insospechadas. Por ejemplo, ha dado la vuelta al mundo el modo en que Cécile Kyenge, ministra de Integración y Cooperación Internacional de Italia, nacida en la República Democrática del Congo y negra, fue insultada por políticos xenófobos de su país. El vicepresidente del Senado de Italia, Roberto Calderoli, señaló durante un acto político partidario que la ministra le recordaba a un orangután. Literalmente señaló: «Amo a los animales, a los osos y a los lobos como es conocido, pero cuando veo las imágenes de Kyenge no puedo dejar de pensar, aunque no digo que lo sea, en las facciones de un orangután». Diputados de extrema derecha defienden la xenofobia e incluso afirman con orgullo y abiertamente que son racistas.
El racismo institucional y abierto en Italia impresiona y contrasta con las «pequeñas agresiones» basadas en los rasgos físicos que se cometen cotidianamente en el Perú, pero que nadie dice aceptar ni se atreve a avalar abiertamente. En el Perú, pues, son frecuentes las agresiones debidas al racismo. Sin embargo, las motivaciones racistas tienden a ocultarse porque son reprobadas públicamente. Nadie institucionalmente las aplaudiría.
Por ejemplo, resaltemos el reciente caso de la bailarina Belén Estévez, quien ha sido duramente criticada por ofender, al aire, al niño Dayron Farfán, protagonista del comercial «Jueves de pavita», haciendo alusión a sus características físicas y por ende a su color de piel, al decirle que no se acercara porque se estaba «enronchando… Delejitosnomás». Ella tuvo que señalar que se trataba de una broma, que el niño le recordaba a su ex novio de «raza negra» y que no pensó en el dolor del pequeño sino en el suyo. Se vio presionada a disculparse hasta las lágrimas. Somos racistas, pero no perdonamos ni expresiones ni acciones racistas públicas. En privado es otro el cantar.
Por lo pronto, lo que sí nos queda claro es que, a diferencia del racismo institucional italiano, en el Perú ese tipo de discriminación racial no prospera debido a que no existe un partido de derecha extrema en el espectro político del país.
Si bien las «pequeñas agresiones» racistas son cotidianas en nuestro entorno, un hecho resaltante es que somos cada vez más intolerantes frente a ellas. Sin embargo, todavía hay mucho que hacer.
Por LIUBA KOGAN, Jefa del Departamento de Ciencias Sociales de ta Universidad del Pacífico.